En el verano del año 2007, recibà en mi estudio de diseño gráfico a un antiguo cliente y a su amigo recién llegado de Alemania, el primero querÃa hacer un favor a su amigo y requerÃan de mis servicios para crear una tarjeta comercial con un listado de servicios que ambos estaban dispuestos a llevar a cabo. Cuando pregunté el tipo de servicios que pensaban ofrecer, mi cliente, con una sonrisa cómplice me respondió que su intención era crear un servicio de escort para mujeres en la famosa zona turÃstica de Playa del inglés y Maspalomas, en el sur de Gran Canaria, y él ser el representante de su amigo, pues este ni hablaba español y ni siquiera tenÃa un móvil… ok, dije yo, mirando al chico alemán que sonreÃa con agrado.
Entonces le pregunté que habÃan pensado poner en la tarjeta, rápidamente me contesta: el nombre de mi amigo, la lista de servicios normales para ese tipo de actividad y mi teléfono. El nombre del amigo alemán, que ya no lo recuerdo, era impronunciable para mi… ante esta situación reflexiono y me pregunto si alguna mujer desearÃa llevar en su bolso una «tarjeta comercial» de esas caracterÃsticas, con una lista de servicios sexuales :)… les pregunto que opinan de esto y al tiempo les explico la razón de mi duda, con la que están de acuerdo, ya en ese momento el clima de la reunión era hilarante, yo disfrutaba con el momento que mi apasionante profesión de diseñador gráfico me estaba regalando. Al poco, les sugiero que la tarjeta debe ser algo más simple, debÃa ser un objeto que no llamara la atención, que deberÃa poder llevar cualquier mujer sin verse comprometida, en algún momento, a dar explicaciones molestas, además yo estaba convencido que ofrecer un servicio Ãntimo como el que proponÃan habÃa que comunicar el servicio de una manera más sutil, también existia la posibilidad de que el amigo de mi cliente, que no tenÃa muy buen aspecto o más bien tenÃa una apariencia descuida, poco formal, podrÃa simplemente desaparecer al poco tiempo y echar por tierra los planes de mi cliente, es entonces cuando les propongo crear un nombre ficticio y polivalente, que pudiera servir para otros, recordé las viejas pelÃculas españolas de los años 60 donde aparecÃan las turistas «suecas» de la época y los ligones playeros representantes del macho ibérico, recordé entonces el acento tan gracioso que ponÃan en boca de ellas e inmediatamente oà en mi cabeza una de esas voces que decÃa… Antoonio, Antoonio… momento memorable!!
Bien, ellos no pudieron estar más de acuerdo con la idea y asà quedamos, en la tarjeta sólo aparecerÃa el nombre de «Antonio», los idiomas que mi cliente habla (pues él atenderÃa las llamadas), y su teléfono por supuesto…
Gran dÃa, fué una reunión con la que disfruté un montón, hize Branding->Naming, diseñé la tarjeta como aparece en la foto, la entregué y hasta pasado un tiempo no volvà a ver a mi cliente, cuando me encontré de nuevo con él, le pregunté por «Antonio», con una gran sonrisa me dijo que al poco tiempo se habÃa ido, por lo visto no estaba preparado para la actividad, entonces extrañado le pregunto que porqué parecÃa tan satisfecho, pues el hombre en cuestión ya no estaba y el negocio en el que él habÃa puesto tantas esperanzas ya no existÃa, me contestó que muy al contrario de lo que parecÃa, su amigo se habÃa ido sÃ, pero la marca «Antonio» y las tarjetas seguÃan funcionando muy bien con otros conocidos que se habÃan adherido a la profesión, y que a él, el negocio le iba viento en popa con su grupo de Antonios… bueno para mi fué una satisfacción que la estrategia que surgio del simple encargo de una tarjeta comercial se habÃa convertido, en efecto, en un suceso de éxito comercial, ahora, era un negocio… si pasas por el sur de Gran Canaria pregunta por Antonio!!